Hace unos meses descubrí «Yo molaba hasta que fui padre», una colección de cómics sobre la paternidad en los que Brian Gordon, con excelente humor,  refleja muchas situaciones con las que nos sentimos identificados los que pasamos por esta experiencia, a veces llena de contradicciones, que supone el tener hijos/as. 

Terminando de preparar la charla sobre Aprender a estudiar que daré en Murcia el próximo lunes, he recordado esta viñeta que comparto con vosotras. Su lectura invita a reflexionar sobre lo motivador que podría llegar a ser el aprendizaje para los niños/as si consiguiéramos analizar qué es lo que realmente les apasiona, cuáles son esas actividades con las que de verdad disfrutan y qué es lo que hace que les resulten tan motivadoras.

Por suerte, cada vez hay más centros educativos que optan por metodologías que saben utilizar los intereses de los niños/as y que, gracias al esfuerzo de excelentes maestros, logran lo que debería ser el principal objetivo de la escuela: potenciar en los niños/as su pasión por el aprendizaje.

Los padres y madres, con nuestra actitud, influimos muchísimo en la percepción que los niños/as tiene de la educación. Recuerda:

Creer en sus capacidades (y reconocerlas)

Apoyarles en sus decisiones (permitiéndoles decidir)

Dejar que se equivoquen (y ayudarles a reflexionar sobre las consecuencias de sus actos)

Enseñarles a disfrutar del proceso (no sólo del logro)

Escuchar sus inquietudes (y compartir las tuyas)

Ayudarles con el estudio y las tareas escolares sólo en aquello en lo que necesiten tu ayuda (y recordar que estudiar es su obligación, no la tuya)